El usufructo, como su nombre indica, consiste en el uso y disfrute de un bien del que no se tiene la propiedad.
Una persona puede disfrutar de un inmueble (un piso), un terreno, una explotación, … sin que le pertenezcan.
Ese disfrute puede ser un mero uso (utilizar un piso como vivienda) u obtener los rendimientos que se deriven del bien (el usufructo de un inmueble da derecho a quedarse con la renta si está alquilado, por ejemplo).
Sin embargo, el que recibe un usufructo no puede vender el bien. Eso solo puede hacerlo aquel que tiene la titularidad; el nudo propietario.
El usufructo se recoge en un documento en el que el propietario hace constar su voluntad de conceder un derecho temporal de uso y disfrute de un bien a favor de una persona determinada.
Transcurrido el periodo de tiempo fijado, el bien debe devolverse a su propietario.
Existen usufructos vitalicios, que duran toda la vida del que lo recibe. Este es el caso de los usufructos por herencia, en los que el fallecido deja el disfrute de sus propiedades a su cónyuge antes de pasar a los hijos.
Eva Fernández
Periodista con más de 10 años de experiencia en marketing digital y, en especial, en la generación de contenidos para marcas de diferentes sectores. De la mano de Anfix y con mi propia experiencia emprendiendo como freelance, he aprendido mucho en los últimos años sobre gestión del negocio, finanzas y productividad.